Que la paz sea contigo también



Cada vez que me llaman por teléfono o me encuentro con alguien me preguntan cómo estoy no sé qué contestar. Entiendo la preocupación de las personas y esa pregunta es normal, sin embargo creo que la respuesta que reciben todos también es normal: “Bueno bien, ahí vamos poco a poco, llevando un día a la vez. Con días buenos y días más tristes pero aquí vamos, pa’lante” Para mi es difícil saber como me siento, pues tengo días buenos y días malos y paso facilmente de un estado al otro. En los buenos tengo mucha paz en mi alma y en los días malos dejo salir a mi yo egoísta, y se me abre el chorro (y lloro). A veces en mi carro, sola, en silencio y me digo: “Vamos Johana ella no quiere verte así, ella esta bien y nos esta cuidando.” Puedo decir que la paz esta conmigo pues siempre son mas los días buenos y menos los malos.
A pesar del día a día, puedo decir: “Tengo paz en mi alma.” Sé que la separación fue tan sólo en un plano material. Ella está conmigo, y siempre va estar en mi corazón en mis recuerdos, en mis pensamientos. Dios la quería de vuelta, sólo nos las había prestado por un tiempo, no sabíamos cuanto. Ella cumplió su objetivo, estuvo aquí para hacernos feliz y cumplir una misión. Sin importar cual haya sido, ahora sabemos que no va a sufrir de mal de amor, que no va estar expuesta a tomar decisiones difíciles entre la conciencia y la presión social, no tendrá que probar nada, ni sufrirá más ninguna enfermedad.
Es una paz que trasciende y disuelve mis penas, es un sentimiento de llenura que me da saber que esta bien y que no podrá sufrir más. Una paz que acepta la verdad y rechaza el egoísmo. Un egoísmo claro que tenemos los seres humanos cada vez que pensamos en nosotros, en lo que hubiera sido nuestra vida cuando ella se estuviera graduando, o cuando nos hubiera hecho abuelos. Yo tengo paz en mi alma pues sé que las cosas ocurren por una razón. Y esa razón no necesita nuestro entendimiento, solo necesita fé.
¿Qué si la extraño? Claro, que la extraño! Me hace mucha falta, me dejó un vacío que no se puede llenar con nada. No niego mi condición egoísta, quisiera poderla abrazar y decirle “Titi, cuéntame como te fue hoy o ayúdame aquí, please”. Sin embargo, yo hablo con ella, y le pregunto como puedo hacer cada día para acercarme a Dios y estar con ella. Y gozo pensando si estará jugando Rummiku o acompañando a su abuelo Pechi a jugar golf, o tomando Coco-cola en el desayuno.
Vivimos dieciséis años felices, ella está en mi y la paz esta conmigo.

A cuatro meses...


El 4 de Octubre ya hacen cuarto (4) meses. Titina quería salir a divertirse e ir a una fiesta. Ese día, tal como ella lo argumentó para que la dejáramos salir, había pasado el día en familia con su hermano Luis Alejandro y su tío Daniel y Alex en la lancha. Ella dijo: “La pasamos muy bien, pero ahora quiero salir con mis amigos a la fiesta.” Para ella, ya había cumplido con su cuota del día. Insistió, y nunca volvió.
Ahora, cada fin de semana, Carlos y Luis A. después de haber estado con nosotros durante el día, haber jugado al golf con su papá o haber ayudado a su mamá a limpiar la casa, o cualquier otra cosa vienen naturalmente a pedir permiso para salir a divertirse con unos amigos. Piden permiso para ir al cine, a patinar en hielo, a ir a casa de un amigo a jugar video juegos, y/o salir a comer. Suena bien, pero al pasar las horas, hacerse tarde, estar solos, empezar a tener sueño, nos embarga el temor, y a Luis, mi esposo, pánico. Si fuera por él ellos no saldrían nunca más...
Sin embargo, la lógica dice que ellos deben salir como cualquier adolescente lo hace. Y en realidad debo decir que ellos nunca nos piden hacer algo loco, tan solo piden hacer actividades que son normales. Y no siempre muy contentos, pero obedientemente, cumplen con las condiciones que nosotros les pedimos como tienes que decirme con quienes van, deben regresar a más tardar a las 11pm o a la 1pm (dependiendo de la actividad), quien maneja, llámame cuando llegues al lugar, repórtate a tal hora, y todas esas exigencias y preguntas típicas que los padres hacemos.
Concientes de lo que piden es normal, y Luis pasando por muchas horas de insomnio, cada fin de semana nos quedamos con el corazón en la garganta y los dejamos salir.
Carlos, hasta ahora, ha demostrado ser un conductor responsable, quien a pesar de su edad siempre mantiene una actitud apacible, no toma, no se va de rumba cada noche. Luis Alejandro sale con sus amigos y no inventa mucho, pero le encanta una fiesta.
El fin de semana pasado, tal como podría esperarse a su edad Carlos nos pidió que quisiera ir a un lugar nocturno, celebraban el cumpleaños de una compañera de clases. Yo me dormí como a la 1 AM y Luis como a las 3AM lo llamó y le dijo que se iba a acostar con el teléfono bajo la almohada que llamara cuando saliera del lugar. Llamó al salir, nos despertó al llegar a las 4 AM, y después de yo decir un poco de incoherencias producto de mi somnolencia dormimos en paz.
Así son nuestros típicos fines de semana. Luis está trabajando un poco más su paciencia y tolerancia y y6 creo que poco a poco sus horas de insomnio se volverán más cortas.